jueves, 14 de mayo de 2009
El caso - Las coartadas
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Allí estaban todos. Sentados frente a mí, esperando impacientes que les hiciera las preguntas necesarias. Estaba claro que había sido uno de ellos. Las ventanas estaban cerradas con seguridad y sólo el señor Bolan sabía la combinación. Además, nuestro anfitrión sólo tenía un criado que justamente esa semana se había marchado de vacaciones. La única posibilidad que tenía era que el señor Bolan hubiera contratado a alguien que ahora estuviera escondido en la casa. Y esa posibilidad no me gustaba nada. Por eso llamé a la policía y mientras esperaba comencé a hacer las preguntas. Comencé con el señor Nile. Había estado sólo toda la noche, lo cual era bastante sospechoso, pero no podía considerarlo una prueba. Me contó que vio al señor Ginoli saliendo por la puerta que da al pasillo hacía una hora. Era bastante tiempo, pero la víctima parecía que estuviera muerta más tiempo del que creíamos. Le pregunté por su relación con Williams. Tardó un poco en contestarme. Me miró fijamente. Hizo ademán de ir a hablar, pero no pronunció palabra. Sólo se vieron unas lágrimas que corrían por sus mejillas. No intenté forzarle, luego volvería a hablar con él. Me acerqué al señor Ginoli. Le pregunté que había estado haciendo, si era verdad lo que decía el señor Nile. Asintió con la cabeza, hacía una hora había ido al baño. Dijo que por el camino se encontró al señor Bolan. Lo cierto es que Bolan estuvo muy ocupado durante la fiesta, yendo y viniendo. Se convirtió en uno de los principales sospechosos. Como con Nile, le pregunté por la señorita Williams. Me respondió con una sonrisa. Era homosexual. Igual podía tener algo contra Williams, pero desde luego no sería por amor. Fui a hablar con Bolan, pero no estaba. La señora Bowie me dijo que había ido a la cocina a prepararse una tila. En cuanto dejó de hablar, fui corriendo a la cocina. ¿Pero que estaba haciendo? No podía irme del comedor y dejar a los invitados a sus anchas, podía ocurrir algo. Tal vez esto fuera una trampa. Cuando llegué a la cocina vi al señor Bolan hirviendo agua. Que alivio. Volví al comedor, pero no había nadie allí. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. De pronto se escuchó el timbre de la puerta. Fui a abrir. Era la policía. Les dije que buscaran por la casa a alguien que no estuviera en la lista de invitados, y que además buscaran pruebas en el escenario del crimen. Cuando dejé el recibidor y volví al comedor, estaban todos allí otra vez. Me contaron que el Señor y la señora Weller habían ido a cojer leña al almacén para encender el fuego, que el señor y la señora Bowie se habían ido al salón para hablar de un asunto privado, que la señora Mercer había ido al baño y que el señor Ginoli había ido a ver al señor Bolan. Pero me faltaba un invitado, la señorita Dylan. De repente Dylan apareció por la puerta con la cara pálida. Dijo que había ido detrás del señor Ginoli y que al volver con el señor Bolan vieron la habitación del crimen vacía. Esto estaba pasando de castaño a oscuro. Lo peor es que la policía no encontró pruebas, ni nada que nos pudiera ayudar. ¿Qué iba a pasar ahora?

Bueno ya sólo quedan dos partes. La tercera es "La segunda muerte". ¿Pero, quién morirá? ¡Hasta la tercera parte!

Diego

2 comentarios:

Pier 39 dijo...

guau, está muy bien, más intrigante. Bueno, salvo que no se puede leer sin reírse ni un poco... lo de los apellidos es que es demasiado! que no muera Ginoli!
pero lo mejor de todo es que me imagino al leerlo a los verdaderos propietarios de esos nombres!

Pier 39 dijo...

jajaja no te preocupes Ginoli no morirá (¿o sí? chan chan xD). No lo había pensado, pero imaginarse a los verdaderos propietarios de esos nombres es muy gracioso!

A día de hoy...

Día 10 de noviembre de 2010: Siguen las mini-entradas. Diego

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