domingo, 25 de octubre de 2009
El Sueño - Segunda Parte
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En el pub de Rock & Roll preguntó si se acordaban de ella. No tenía muchas esperanzas de que la reconocieran, pero debía intentarlo. Lo siento, yo trabajo durante el día, eso debería preguntárselo a mi compañero, Me podría dar su teléfono por favor, le preguntó recuperando la esperanza, Sí, claro, dígale que llama de mi parte y seguramente accederá a hablar con usted, Muchas gracias, no sabe cuanto se lo agradezco, ahora mismo le llamaré, y diciendo esto se marchó, cogió el móvil y llamó al número que le habían dado. Un hombre contestó, tenía la voz ronca y parecía cansado, Dígame, preguntó bostezando, Buenos días, soy, y antes siquiera de poder pronunciar palabra el hombre colgó. Volvió a llamar, pero esta vez nadie lo cogió, insistió varias veces sin resultado. Desesperada, llamó una última vez y esta vez si que obtuvo respuesta, Déjame en paz, no ves que no quiero hablar contigo, exclamó enfadado y a la vez nervioso el hombre de antes, Pero por qué, si ni siquiera sabe quien soy, preguntó ella desconcertada, Sí que sé quien eres, claro que lo sé, tú eres la chica que, de pronto su voz dejó de sonar, sólo se oía su respiración acelerada, Mira, me estás metiendo en un buen lío, no debería hacer esto pero me siento culpable así que ven a verme mañana a mediodía a mi casa, vivo en la intersección de Brompton Road con Pelham Street y Fulham Road, Cerca de la estación de South Kesington, preguntó, Sí, exacto, pero evita ir por ahí, bájate en la parada de antes, Sloane Square, y anda un poco, te aseguro que no te arrepentirás, cuando llegues a la intersección llámame y te diré el número, De acuerdo, pero por qué no me lo puedes decir ahora, preguntó, pero su pregunta se quedó en el aire, sin respuesta, había colgado. Algo le hacía desconfiar de aquel hombre, pero por el momento era lo único a lo que podía aferrarse.

La chica está metiendo las narices donde no la llaman, si descubre algo estamos perdidos, dijo con preocupación el hombre misterioso, No se preocupe señor, ya le he tendido una trampa, mañana acabaremos con ella, Maldita sea, no debería haberse entrometido, lo último que queremos es vernos envueltos en un asesinato, eso complicaría mucho las cosas, exclamó el hombre misterioso, No la matéis, traedla aquí y dadle algo más fuerte, tiene que olvidarse de todo y dejar de tocarnos los cojones, Como quiera señor. El hombre de la voz ronca se marchó del local. Se acercó a uno de los hombres de negro que vigilaban la entrada y le dijo, Ven conmigo, tengo un plan. Salieron del local en dirección a la estación de metro, Mañana reúnete conmigo en la estación de South Kesington, tenemos que prepararnos para el golpe.

Diego
miércoles, 21 de octubre de 2009
El Sueño - Primera Parte
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Llevaba el pijama puesto. Se levantó de un salto y comprobó que todas sus pertenencias se encontraran en perfecto estado. No halló ningún desperfecto ni indicios de que alguien hubiera entrado en su casa. Todo era normal, todo estaba como ella lo había dejado la noche anterior. Fue corriendo al baño y se miró al espejo. No tenía ninguna herida o marcas de una pelea o de un forcejeo. Se quitó la ropa y rebuscó por su cuerpo signos, signos de lo que fuera, un pinchazo, un hematoma, cualquier cosa que pudiera ayudarla a recordar, pero no encontró nada. De pronto su cabeza comenzó a dar vueltas y recordó el olor a cloroformo, el pub de Rock & Roll... No había sido un sueño, todo lo que había ocurrido la noche anterior era real y alguien se había esforzado mucho para que no lo pareciera. Se dirigió hacia el teléfono para llamar a la policía, pero en seguida desechó la idea: la tomarían por loca y no le harían ningún caso. Necesitaba a alguien que la ayudara en esto, puesto que a ella le venía muy grande. Pero mientras buscaba a alguien, decidió comenzar a investigar por su cuenta, y empezó volviendo a Picadilly Circus. Tal vez allí quedara algún indicio de lo que realmente sucedió, algún testigo... algo que le ayudara a empezar a entender el por qué de todo esto. En realidad, y aunque no quería pensarlo, se sentía totalmente desconcertada, ¿quién había hecho todo esto, y lo más importante por qué?

Señor, la operación marcha según lo planeado, dijo un hombre cubierto de negro, Bien, ella era la última víctima, ahora sólo queda esperar a que nos llegue el envío para que esté todo en orden, puedes retirarte, ordenó un hombre misterioso y encapuchado sentado en una especie de trono e iluminado por velas. Fuera de la sala donde se encontraba el hombre misterioso, dos hombres de negro hacían guardia, Estoy cansado de toda esta mierda, exclamó uno de los hombres de negro al otro, Ya no puedo esperar más, cuándo se nos pagará, preguntó, Todo a su tiempo, el señor ha dicho que cuando recibamos el encargo todo habrá acabado, espero, dijo con poca certeza el otro hombre, Si esto no acaba rápido acabaré por volverme loco, en que cojones está metido el jefe, En algo más gordo de lo que tú te piensas...

Diego
jueves, 15 de octubre de 2009
Prólogo
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Londres. Son las cuatro de la madrugada. Una sombra fugitiva se desliza por las calles frías y brillantes a la luz de las farolas. Hace una hora que la vida nocturna en aquella ciudad ha acabado y ahora no se ve un alma. La sombra se dirige a un pequeño pub, situado cerca de la estación de South Kesington. Llama a la puerta y un hombre algo enclenque le hace signo de que pase. Se asegura de que no haya ningún mirón en las cercanías y cierra la puerta. En el interior del local todo está oscuro y por seguridad nadie enciende la luz. Unos rostros iluminados por unas velas aparecen de entre las sombras, Tienes lo que te pedimos verdad, le pregunta uno de los rostros, Sí, tal y como lo acordamos, ahora dadme el dinero. Afortunadamente para él, en aquella zona la gente es honrada y siempre cumple sus tratos, Por supuesto que lo tenemos, acaso dudabas de nosotros, le pregunta otro de los rostros con tono sarcástico. Y sacando un maletín hacen el intercambio. Sin nada más que decir, la sombra se marcha por donde ha venido. Abren el paquete y comprueban que todo está en orden. Con cara de satisfacción, el tercer y último de los rostros celebra su logro con júbilo, Al fin, mis amigos, tenemos lo que llevábamos buscando durante meses, esto nos permitirá salir impunes en el juicio, exclama aún más alegremente este último rostro.

Eran ya las dos de la madrugada y sin embargo ella quería seguir bailando. Se encontraba en uno de los muchos pubs de Picadilly Circus donde ponían Rock & Roll, pero ya faltaba poco para cerrar. Por qué siempre se acaba la fiesta antes de que realmente empiece a disfrutarla, se preguntó la chica, algo decepcionada. En cuanto salió del local, un hombre robusto y tapado hasta los ojos la cogió del brazo y la metió en un coche. Ni siquiera pudo gritar auxilio, aquel hombre le había hecho respirar cloroformo de un pañuelo con el que le había cubierto la cara. Y como si se le fuera la vida en ello, arrancó el coche y salió disparado hacia Notting Hill. Ya tengo a la chica, ahora qué, preguntó el hombre robusto mientras hablaba por teléfono, Tú traemela aquí, del resto ya me encargo yo, se escuchó al otro lado del auricular. Y así se pararon delante de una de las múltiples casas victorianas que poblaban aquel barrio. La sacó del coche a rastras y teniendo mucho cuidado de que nadie le viera la bajó al sótano lo más rápido que pudo. Al despertar no pudo creer lo que veía, se encontraba en su casa.
lunes, 12 de octubre de 2009
Sabía lo que iba a pasar...
... Y sin embargo me dejé llevar. Miles de preguntas atraviesan mi cabeza, y sabré yo que nunca tendrán respuesta. Si la vida no me dio alas fue para que no me escapara de mi destino, ¿por qué eres tan cruel conmigo? Todo lo que deseo no se cumple, y lo que se cumple no lo deseo. No me dejas disfrutarte, y antes de que me dé cuenta, ya me has quitado lo que más quería, ¿por qué eres tan mala conmigo? Bien es cierto que en múltiples ocasiones me has dejado saborear la gloria, pero en cuanto me descuido, tan sólo me dejas un sabor amargo. Desprecio es lo que siento, hacia ti, hacia tú persona. Tú que me has dejado vivirte, ¿pero con que fin, sino el de hundirme? Y ahora que me encuentro de nuevo en lo más profundo del mar, dejarás que salga a flote, para de nuevo mandarme a la oscuridad. Un día conseguiré dominarte, y aunque pasen años, décadas, siglos o toda una eternidad, nunca me rendiré, porque sé que tú no quieres mi felicidad, y por ello yo la voy a buscar.

Diego
miércoles, 7 de octubre de 2009
Viento
Los sonidos se desplazan por el aire, creando olas, ráfagas de palabras, de ruidos. Todo lo que una vez se dijo desaparece, se va con él, hasta lo más profundo de su seno. Hubo una vez en que alguien desafió este fenómeno, y para ello decidió no dejar escapar sus pensamientos, encerrarlos en su mente, meterlos en una celda bien segura, cuya llave sólo poseía él. Pero esto no produjo más que desgracias, y es que aquel valiente hombre acabó por estallarle la cabeza. Perdió toda la cordura y la lucidez innatas en él y un dolor insoportable invadió su ser. Empezó por la cabeza y acabó en su corazón, dejándolo totalmente inerte, como si una bocanada de aire ártico le hubiera congelado. Desde entonces, cuando el viento sopla muy fuerte, algunas mentes sensibles sienten el dolor, la cabeza les da vueltas, como le pasó a aquel pobre hombre. Pero es que esa sensación no es más que el recuerdo del sufrimiento de aquel que osó retar a la naturaleza, y si sentimos su mismo dolor es para que recordemos que no estamos solos en la Tierra y que nunca podremos dominar nuestro entorno. Y así el viento, que hasta ese momento sólo había servido para hacer olvidar al ser humano de sus problemas, tuvo que cumplir una nueva misión: advertirnos. Desde que aquel hombre murió, cada vez que sopla el viento podemos escuchar sus gritos de pánico, susurrándonos al oído palabras inteligibles, sonidos parecidos a un silbido, advirtiéndonos de que no cometamos su mismo error, de que nunca nos encerremos en nuestro interior porque sino acabará por destruirnos.

Diego

A día de hoy...

Día 10 de noviembre de 2010: Siguen las mini-entradas. Diego

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