miércoles, 13 de mayo de 2009
El caso - La primera muerte
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Antes de empezar, decir que este iba a ser mi trabajo de valenciano. Pero al final ni siquiera lo hice, así que os lo escribo aquí (en español, que así tardo menos :P).

"Allí estábamos todos. Unos sentados comentando la fabulosa velada que estaban pasando, otros paseando por la habitación riendo. En fin, estábamos disfrutando de la fiesta que el señor de aquel lugar había organizado. Nos encontrábamos en una gran mansión. Su diseño era de principios del siglo XVIII, y eso le daba un aire especial. Pero el interior había sido decorado con el mobiliario más vanguardista. Unas sillas totalmente psicodélicas, lámparas minimalistas, cuadros coloridos y abstractos. Todo se movía en una línea ajena a lo que estamos acostumbrados a ver. Una línea de locura y a la vez moderna, con muchos toques de los sesenta. Incluso de noche, las enormes salas que componían la casa estaban iluminadas, como si fuera de día. Lo cual impresionaba, pero sobre todo daba un ambiente cálido y familiar. Un trueno. O eso pensábamos todos. Un ruido estruendoso retumbó por las habitaciones. No era un disparo, sé reconocer el sonido de una bala saliendo de su pistola. No, había sido el ruido de una caída. Algo se había roto. No teníamos más remedio que ir a mirar. Y efectivamente, en el suelo del pasillo una enorme vasija de más de dos metros de altura se había caído. O tal vez la hubieran tirado. Mierda, salía sangre de detrás de una puerta. Al abrir vimos a la señorita Williams tirada en el suelo. Estaba muerta. Le habían golpeado la cabeza con algo contundente. Pero eso no era lo único que le había causado la muerte. Tenía marcas de cuerdas en las muñecas y seguramente en los tobillos, además, su boca y el contorno estaban rojos, como si le hubieran puesto cinta aislante y se la hubieran arrancado. Estaba claro que la habían atado para que no se escapara, pero ¿por qué le habían quitado todas las cuerdas? No tenía ningún sentido. Lo que más rabia me daba es que no habían testigos, de hecho ni siquiera sabía quien había podido matarla, puesto que yo había estado hablando con el señor y la señora Weller, y no sabía que habían estado haciendo los otros siete invitados. Lo único que podía hacer ahora era preguntar a cada invitado su coartada. Y eso hice. Tal vez descubriera algo que me podría ayudar. En ese momento, mi único propósito era destapar la verdad.

Como es muy largo (esta parte la hice en una hora y no me apetece estar una hora más) lo dividiré en cuatro partes (aay u.u). Espero que os guste! :)

Diego

1 comentario:

Pier 39 dijo...

sí, apetece que hayan más!
podías estar un tiempo con ésta, hay para sacar.
Me han encantado esos detalles como algún que otro apellido o el estilo de decoración.
Te hace quedarte en vilo, como casi todas de tus historias.
En fin, ya me dirás qué piensas de la de San Francisco.

A día de hoy...

Día 10 de noviembre de 2010: Siguen las mini-entradas. Diego

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