jueves, 20 de agosto de 2009
El detalle - cuarta parte
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― Señor, por lo que he podido ver, las seis víctimas del incidente de París no aparecen en el registro civil.

― ¿Me estás diciendo que esas personas no existen?

― Exactamente. Aunque he podido averiguar por los vecinos que esos hombres eran traficantes de droga. Lo más curioso es que un hombre que vivía en el edificio de al lado nos ha explicado que estos hombres robaban ellos mismos la droga para luego venderla.

― Se valían por si mismos, como Anne… ¡Eso es! Anne fue aquella noche a hablar con ellos, fue sola, por ello, aquel indigente vio a una sola mujer entrar en el edificio, una mujer que rozaba la perfección, Anne.

No podía dejar de pensar en aquel mensaje. Su mente le daba vueltas y más vueltas, y su corazón se aceleraba cada vez que lo pensaba. Ella siempre había sido una mujer serena y valiente, nunca le había tenido miedo a la muerte, pero esta vez era diferente, un escalofrío le recorría el cuerpo cada vez que alguien la miraba. Al llegar a casa suspiró, aliviada de estar por fin a salvo.

― ¡¿Cómo pudiste?! ¡¿Te has vuelto loca?! Su rostro había cambiado y Anne no pudo más que expresar su terror retrocediendo, asustada, hacia la puerta de entrada

― ¿Q-Qué te pasa? ¿De… de qué me hablas? Preguntó horrorizada.

― Lo sabes perfectamente, desgraciada, tú los mataste. Eran los mejores… ¿Qué vamos a hacer ahora? Tú padre me va a matar.

― ¿Mi padre? Preguntó extrañada.

― Sí, tu padre… ¿Cómo descubriste que esos hombres trabajaban para tu padre y por qué los mataste?

― Yo, yo… Bajó la cabeza, abrió la puerta y salió corriendo. Ya no había ningún lugar seguro para ella en Londres. Corrió y corrió, sin rumbo fijo. Había estado viviendo en una mentira, le habían ocultado siempre la verdad, se habían aprovechado de ella, la habían utilizado. Su trabajo sólo había servido para financiar los negocios de su padre, si había matado a esos hombres era porque quería que su padre no estuviera metido en aquel comercio ilegal, pero en seguida se dio cuenta que incluso su novio estaba metido, todos estaban dentro. La persona que le había dejado aquel mensaje debía de ser un policía, seguramente su padre también tendría a policías de su lado para ayudarle. Estaba sola y a punto de ser asesinada. Retomó fuerzas y decidió, aceptando su muerte, terminar con los negocios de su padre haciendo que su propia empresa entrara en quiebra. Iba a ser un duro golpe para ella también, puesto que había dedicado a ese trabajo muchos años de su vida, pero si quería acabar con su padre no había otro modo. Armándose de valor se dirigió al único lugar de Londres donde la podrían ayudar.

― ¿Por qué mataría a esos hombres?

― Señor, poco después la empresa de Anne quebró, tal vez su novio sepa algo de lo que ocurrió.

― Sí, deberíamos haberle interrogado hace tiempo ya, vamos a buscarle.


Diego

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Día 10 de noviembre de 2010: Siguen las mini-entradas. Diego

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